domingo, 21 de noviembre de 2010

FORTALECER EL ASPECTO FEMENINO


La evolución es una espiral ascendente ordenada en fases, o ciclos. Hay dos fuerzas que siempre interactúan, cuando una de ellas está en exceso, comienza a disminuir; en cambio que lo que ha estado muy menguado, siempre aumenta. 
Dice el I Ching: “el camino del cielo es vaciar lo lleno y acrecentar lo modesto. Cuando el sol culmina se dirige hacia su ocaso, cuando la luna está llena, decrece. Así mismo, en la naturaleza el agua va demoliendo las montañas, en cambio que rellena hondonadas. El camino hacia la propia expansión invariablemente conduce a través de la contracción, y viceversa”.

Acaba de cerrarse una etapa de la civilización humana, donde la energía masculina fue la dominante. El patriarcado se caracterizó por la agresividad del hombre contra el hombre. Milenios de guerra regaron los campos con sangre, mientras los triunfadores eran los encargados de colorear los hechos, y archivar su interpretación como la única verdad histórica.

Ahora comenzamos otra era, que estará regida por la polaridad femenina. Nuestra madre Tierra tendrá que pasar por un segundo nacimiento, y las mujeres del mundo son las encargadas de ayudarla a parir. También serán ellas, en calidad de sacerdotisas, quienes tengan que nutrir la nueva vida con su propio aliento. El período de gestación de la “Nueva Era” está ya muy avanzado y estamos solo preparándonos y esperando el momento de dar a Luz.

En todas las áreas de la experiencia humana se está viendo un renacer del poder femenino. Por ejemplo: el estado colombiano ha aprobado recientemente “un acuerdo para la equidad entre hombres y mujeres”. Tal acuerdo quiere corregir la discriminación de la mujer, y poner las bases de una sociedad igualitaria. Para que sea efectivo, el cambio debería comenzar a promoverse desde la cuna misma de todo ciudadano, pues es allí donde se siembran las semillas, y el joven retoño aprende a aferrarse a sus raíces. Pero, mientras la religión, la educación, y las normas sociales continúen siendo las mismas, poco o nada podrán hacer las leyes del estado para equilibrar las estadísticas.

Con el predominio de lo masculino se anuló esa sensibilidad y desde entonces el hombre se condenó a sí mismo a vivir hacinado en las ciudades, abrumado por el exceso de trabajo, la preocupación y el estrés. Dejó de existir la necesidad del contacto con la tierra, se devaluó la sensación de expansión del corazón cuando compartimos nuestro destino con los árboles, las plantas y los animales.
La represión de la energía femenina también ha hecho sentir al individuo separado de la madre Tierra, y le ha despertado el afán de dominación, que concede valor al medio ambiente solo en función de su potencial para conseguir dinero.

El despertar de lo femenino debe ir de la mano con la integración de las dos polaridades en un punto central donde exista la armonía.
En la práctica es necesario implementar la igualdad de la mujer y el hombre asegurándonos de que rijan los mismos derechos para iguales responsabilidades. También debe haber un cambio de actitud con respecto al planeta, que es nuestro hogar, porque las condiciones de deterioro, que hemos creado, son en este momento incompatibles con la posibilidad de que pueda continuar con el sostenimiento de la vida.
por Hortensia Galvis
Noticias de la Ascensión.

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